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Mostrando entradas de 2018

EL TREN VERDE. 🍀 🍷 💄 ======🚋

La mañana estaba fría en la estación, y las personas mientras hablaban echaban ese humillo blanco parecido al que sale por las alcantarillas de Nueva York. Ese vaho iba esfumándose en el aire a medida que iban escupiendo las palabras de sus bocas. Y Bruno se las escupía al revisor, no porque los lunes a las siete de la mañana fuese el mejor momento para escupir palabras, sino porque para Bruno era su deporte preferido, junto a fruncir el ceño para defenderse de no se sabe qué. Las probabilidades que había de que encontrara a aquella chica que vio en aquel piano-bar eran casi nulas, pero como hay cosas que no entienden de probabilidades, algoritmos ni cartabones, allí estaba él, sentado en aquel vagón de cristales empañados, pues fuera hacía bastante más frío que dentro, y las palabras escupidas por las personas se iban pegando en forma de Rocio en los cristales. Y, si, ese era uno de los nombres que Bruno barajaba desde que se dio la vuelta mientras escuchaba cualquier canción que se s

UN MONSTRUO NUNCA MUERE. 🎸☁️✍🏻

Llevaba de viaje algo más de tres años. Se había ido cargado de equipaje desde Triana a aquel viaje tan largo que alguna vez hacemos todos. Sí, a ese viaje al vagón del silencio o como dice mi amigo Fernando: al ‘Parque de los Callaítos’. Pero él era Manuel Molina y ese parque no estaba hecho para él. Pronto el cielo se le había quedado pequeño y, cada vez que Pedro (el portero del parque) se despistaba, Manuel le arrebataba las llaves, cogía su  guitarra y su sombrero, y se escapaba volando entre las nubes a cualquier rincón de Andalucía. En esas escapadas, volvía a acariciar su guitarra, cogiéndola de esa forma vertical y volvía su voz a salir inexplicablemente tras esas barbas infinitas para invadir de nuevo el mundo. Al mismo tiempo que Lole lo miraba, lloraba mientras cantaba mirando al cielo, vertiendo versos, de la misma forma que podía recitar Pablo Neruda o Alberti, o que podía cantar Chavela. Hace tres días, me encontraba allí sentado con ese señor y su bastón que repos

LA FACHADA 🏢 👕 👚👖___

La Mari, del segundo, estrenaba ropa. Para ella, casi más importante que ponérsela, era presumir de sus adquisiciones junto a sus vecinas Encarna y Mari Carmen, del segundo A y B. No era especialmente una persona pretenciosa, pero aquel sonido del cordel corriendo entre poleas oxidadas le provocaba un gustirrinín que la transformaba en otra persona. Esta otra persona hablaba con los ojos entrecerrados, hacía como si mascase chicle de clorofila, y contorn eaba el cuello de una forma menos suave cada vez que ponía las pinzas pares en el cordel. El cenicero de Encarna estaba lleno. Las largas horas que se quedaba ella alardeando de su erudito hijo Eduardo, hacían que no cupiese ni una colilla más en él y que su voz fuera cada vez más ronca y relajante para Mari Carmen. A Mari Carmen, que había sido la más coqueta de las tres, y a su cardado cano, lo que más les gustaban era disfrutar de la brisa que traía el estrecho de Gibraltar al marco de su ventana, mientras se pintaba las uñas y com